Nacido y crecido en esta increíble ciudad de Donostia – San Sebastián en el País Vasco y tras todas las vueltas que da la vida por el mundo, he acabado contando historias con mi cámara en casa, vuestra historia a poder ser.

Ser fotógrafo de bodas nunca fue mi primera opción, ni siquiera ser fotógrafo en realidad, pero al final supongo que todos encontramos nuestras vocaciones aunque seguirlas o no ya es cosa nuestra. La mía es capturar lo cotidiano, una caricia, un beso, una sonrisa, una mueca… todo aquello que hace que él o ella sea la persona que nos enamora, gestos que a veces pasamos por alto y otras veces no podemos dejar de mirarlos.

Así que fotografío parejas, fiestas, amigos, amigos que son más que amigos, pre-bodas, bodas, post-bodas!! (un segundo para respirar) familias, futuras familias, pre-framilias y donde sea que os lleve la vida… donde sea que se respire cariño.

Aunque mi señal de identidad en la fotografía de bodas sea el blanco y el negro, me gusta darle color a las fotografías. Convertir lo casual en natural y esto en peculiar. Entender la fotografía como una forma de mirar, mi forma de mirar.

Capturar un momento en el tiempo, como ya he dicho, esa mueca, ese gesto solo tuyo, esa imperfección. Encontrar esos instantes que captar y que por más que pase el tiempo nunca cambiarán.

Descubrir nuevos detalles en ella, en las personas. Ya que cuando otorgamos personalidad a una imagen, será un momento que no olvidaremos.

Disfruto viajando y estudiando los rincones del mundo con la cámara. Solo o acompañado, disfruto de lo nuevo, de lo que hay por descubrir, de probar cosas nuevas, de que ¡todo sea nuevo!

No me gustaría acabar esta vida y haberme perdido un rincón de este planeta. Ya que viajando se aprende de todo, y todo es lo que necesitamos para ser buenos fotógrafos.

Necesitamos ser arquitectos para las formas, artistas para los colores, filósofos para la armonía, pilotos para el dinamismo y economistas para viajar.

Pero, ¿quién soy yo? alguien que entiende que no solo es ver mundo, sino que también hay que entenderlo.

Amor a lo cotidiano.